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Aunque es difícil describir las diferentes etapas, la despersonalización, el borrado del yo hasta donde es posible concebirlo, trae consigo la desrealización relativa, la pérdida del horizonte del mundo compartido, sustancia inánime que flota en el aire. Si en lugar de retroceder atemorizados, para recuperar la estabilidad de los sujetos y los objetos, seguimos por el mismo camino sin vacilar, se alcanza al final una desrealización absoluta, una separación radical, y adviene, a modo de contrapartida, LA realidad en estado bruto, salvaje y singular. El sujeto que experimenta esta sensación de ahogo, pero renuncia a salir a respirar, a pesar de la asfixia angustiante, y se limita a aguantar la respiración, obtiene como resultado experimental un sensorio sin sensor ni sentido.