II

La culminación de una cadena de sucesos, los momentos culminantes, álgidos, tienen funestas consecuencias para el deseo. Cuando el deseante quiere, desea con devoción, otra cosa que no sea el propio desear, pierde su naturaleza estelar, queda reducido a una mera coartada, sometido a un fin espúreo. El DESVÍO debe mantener la desviación, mantenerse firme, sin transformarse nunca en una línea recta, con origen, inclinación constante y punto de llegada, ni en una curva suave, dócil, rectificable o, en último extremo, derivable. Ninguna parte es el destino.